jueves, 19 de agosto de 2010

SÍ SE PUEDE CAMBIAR


En la hacienda “Las Garzas”, del cantón Mocache, provincia de Los Ríos, hay una escuelita donde trabaja la maestra Nelly Valarezo, quien, antes de comenzar el año lectivo, asistió a un taller, dictado por la Dra. Dolores González, sobre la didáctica del lenguaje en primer año de básica.

La Dra. González inició su curso diciendo a las maestras que es necesario cambiar la forma de enseñanza de la lectura y la escritura, por estas razones:

- No se debe comenzar la lectoescritura por las vocales, porque no significan nada. Son sonidos guturales.
- Los niños vienen a la escuela con un vocabulario, más o menos, de tres mil palabras que han aprendido a los padres, familiares y en la televisión y, hay que aprovechar de lo que los educandos saben.
- Los niños han aprendido a escuchar y hablar y ahora debemos enseñar a leer y escribir.
- Los niños y niñas hablan globalmente las palabras, no hacen divisiones de las mismas; por lo tanto, se debe presentar palabras completas para que los niños lean y luego escriban.

Para lo cual se propuso la siguiente clase:

1.- Pedir a los niños y niñas que nombren a las personas de la familia: mamá, papá, hermano, hermana, tía, tío, abuelita, abuelito.
2.- Presentar gráficas de mamás, papás, hermanos, etc. y pedir a los niños que los reconozcan.
3.- La maestra colocará el texto respectivo debajo de las gráficas.
4. La maestra leerá señalando la gráfica y la palabra, luego los niños y niñas leerán en coro y finalmente, alumno por alumno.
La lectura será global, es decir la palabra completa.
5.- La lectoescritura concluye su proceso con la presentación de las palabras escritas para que los niños lean y miren la estructura de la palabra, las lean y las copien.

El escepticismo de Nelly fue grande, pues ella consideraba que los niños tendrían problemas, por ejemplo con la palabra hermano, pues tiene una letra h, y la sílaba inversa er. No obstante Nelly decidió aplicar la estrategia para comprobar los resultados.

Ya en clases, empezó haciendo una motivación sobre la familia y les pidió que saquen las fotografías que les había pedido que trajeran para ese día de sus padres y hermanos.

– Levanten la foto de mamá. –Les dijo y los niños la levantaron.
Luego, Nelly escribió lentamente en el pizarrón la palabra mamá. Los niños leyeron mamá. Repitió el proceso con papá y los niños leyeron papá y entonces supo que sí se puede cambiar.

Para reflexionar

Tal vez la diferencia más grande entre un niño y un adulto es que el niño nos da el beneficio de la duda, siempre, los adultos no.

A esto se debe que la avidez por el aprendizaje de los niños y niñas sea incontrolable. Seamos un poquito más como nuestros niños y démosle el beneficio de la duda a las técnicas y propuestas novedosas de enseñanza, y hagamos de nuestro salón, un verdadero laboratorio pedagógico.

No hay comentarios: