lunes, 23 de agosto de 2010

Hacia una pedagogía del amor

Una educación para y desde el amor es tan necesaria para que la persona pueda llegar a ser verdaderamente persona. La base fundamental de esta pedagogía es el amor, ¿Y qué es el amor? El amor es entrega, comunicación y donación plena y definitiva de la persona. Es esa fuerza del corazón que se prodiga generosamente a quienes educamos y que nos compromete a tener ese talante, o actitud de maestros para amar fraternalmente a quienes educamos. Las diferencias en conocimientos, destrezas, talento… son importantes, pero más importante es la persona y el reconocimiento de su dignidad como tal, por lo que es esencial que como maestros sepamos que todos a quienes educamos son igualmente personas, sin olvidar que cada uno es único y diferente.

El diálogo y la búsqueda incansable de la verdad, de la bondad, de la hermosura en cada acción cotidiana y ser capaces de construir en cada persona una armonía entre la forma de pensar y la forma de vivir, son ideales de una pedagogía del amor, que nos descubre que la puerta para acceder a la educación no se abre desde fuera: su cerradura está dentro de cada estudiante de cada maestro y la llave es la afectividad.

Guiar a un ser humano es complejo y nuestra responsabilidad como docentes es mostrar ese horizonte a nuestros educandos y animarlos a caminar perseverantes y sin descanso hacia él. Aprender junto con ellos a ser mejores personas, sensibles para captar lo que acontece a nuestro alrededor, no como simples espectadores sino como constructores de un mundo comprometido al servicio de los otros; personas críticas y reflexivas porque el amor es siempre un acto valiente y de compromiso. La pedagogía del amor potencia la educación del corazón, el mejor despertador del espíritu.

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