jueves, 26 de agosto de 2010

Editorial

Maestros y editores juntos por una educación digna y de calidad

Por: Vicente Velásquez Guzmán
Presidente Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto


Solamente el compromiso y la lealtad por un proyecto educativo superior pudo estos meses mantenernos en silencio y postergar nuestra responsabilidad, ante los maestros y maestras del país, de ofrecer esta revista que, hoy por hoy, constituye para nosotros un motivo de orgullo y para la labor docente uno de los principales instrumentos de apoyo y al que pueden acceder con facilidad.


Pero con la satisfacción del deber cumplido, una vez más, hacia la educación ecuatoriana, y después de casi un año de trabajo intenso y creativo en la producción de los textos escolares de acuerdo con la nueva reforma curricular impulsada por el Ministerio de Educación, quienes hacemos la Asociación Ecuatoriana de Textos Escolares queremos expresar nuestro más sincero saludo a los maestros y las maestras de nuestro país, pilar fundamental del desarrollo, sin cuyo trabajo diario y esforzado ningún proceso innovador puede ser revolucionario, así como ninguna revolución puede ser exitosa.


Hay que ser constantes, profesionales y decididos; es decir, tener las características de un docente ecuatoriano, no de otra manera podemos emprender un camino difícil y hasta ahora desconocido que requerirá de todo nuestro contingente para recorrerlo, así lo entienden las autoridades educativas al proponer un currículo innovador, y así lo entendemos quienes hacemos educación desde la producción editorial, por ello, estamos orgullosos y dispuestos a caminar junto a maestros y maestras, niños y niñas, padres y madres de familia este tramo ambicioso, pues trabajando juntos sabemos que los resultados serán prometedores y la experiencia gratificante.

Pero conocemos también que dichos resultados no serán evidentes de forma inmediata, por ello, es momento de devolver en confianza y paciencia todo el capital intangible que nuestros maestros y nuestras maestras han desbordado sobre nosotros, en especial ahora, que nos aprestamos a dar un giro a la manera como entendemos y hacemos educación.

Es tiempo de alzar la mirada, sí, de alzarla hacia las profesoras y los profesores ecuatorianos, pues no de otra forma podemos mirar a quienes nos ayudan a construir las ideas y encuentran su recompensa en la sonrisa que nuestros hijos e hijas esbozan después de haber comprendido un tema o de haber resuelto aquel problema que parecía imposible.

Por eso, y mencionados ya algunos atributos, vale decir que corto sería este espacio para enumerar los méritos y la importancia del profesorado ecuatoriano en los procesos y metas que, como sociedad, hemos alcanzado; pero valga la coyuntura de celebrar un año más el nacimiento del insigne ambateño, Juan Montalvo, para ofrecer nuestro reconocimiento a quienes, con cada hora de clase impartida, con cada hora de planificación invertida, consolidan el país que queremos y merecemos.

Hoy es el día, caminemos entonces hacia delante, que mientras lo hagamos juntos, apoyados unos en otros, el éxito de nuestra labor se traducirá en una educación digna y de calidad.

Feliz día, maestros y maestras ecuatorianos.


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