La revolución educativa, un cambio que exige el país
A propósito del mes del maestro
A propósito del mes del maestro
Ing.Vicente Velásquez Guzmán
Presidente Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto
¿Cuántas veces cuando fuimos niños tuvimos el impulso de darle la vuelta a un reloj, abrirlo y descubrir de pronto la magia que había guardada dentro? Con seguridad entonces no pudimos entender los complejos mecanismos, la solidaridad oculta, los principios mecánicos con que este pequeño artefacto nos permite situarnos en un espacio y tiempo determinados.
En el caso de un reloj las cosas son sencillas y los resultados inmediatos, pues de algo estábamos seguros, sabíamos de cierto control sobre aquel aparato; podíamos, si hacía mucho ruido, alejarlo para que no nos molestara, darle cuerda para que siga funcionando y podíamos adelantarlo para de esa manera llegar siempre puntuales a donde debíamos ir.
De la misma manera, hoy por hoy, tenemos el impulso de abrir el aparato de televisor, la radio, de abrir un compartimiento secreto en nuestra sociedad para ver si encontramos cómo es que funcionan los engranajes invisibles de la participación ciudadana y los efectos que tienen sobre nuestra forma de entender el mundo y sentirnos parte de una nación.
Conocemos también del control que podemos ejercer sobre este sistema, sabemos que podemos inyectarle energía con nuestro trabajo diario y esforzado, sabemos que podemos adelantarnos a todo lo que se nos venga con preparación, y estamos conscientes, he aquí la diferencia con el ejemplo anterior, que no podemos ni debemos alejarnos y eludir nuestra responsabilidad de ciudadanos y ciudadanas ecuatorianos ante el ruido ensordecedor provocado por el bajo nivel de las recientes campañas electorales.
No obstante, hemos llegado a un punto histórico en el que, finalmente, hemos entendido la enorme importancia que tiene la educación y sus actores dentro de nuestra sociedad, recordemos que un pueblo educado posee una sinergia eficaz, participativa y hasta heroica, pues todas las personas son gestoras de la equidad, la ética y la aplicación de principios y valores; no en vano sabemos que la educación es el espacio de construcción más efectivo que existe dentro de cualquier cultura, por ello es imprescindible que cada una de las instituciones y personas inmersas en el campo educativo asumamos los retos que nos corresponden y los superemos con éxito.
Ante esto debemos recordar el papel fundamental que cumple la educación en este sentido, y valorar a quienes cada día, con su entrega y dedicación, nos apoyan y nos acercan a lo que queremos para nosotros mismos y, desde luego, para nuestro país, hablo de los maestros y maestras de mi patria, de cuya sencillez y trabajo abnegado podemos aprender.
Por este motivo, y a nombre de quienes hacemos la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, al recordar los 177 años del nacimiento de Juan Montalvo, extiendo mi mano para saludar con afecto a las maestras y maestros ecuatorianos y ratificar nuestro compromiso de continuar trabajando juntos por la niñez y juventud de este país, y de recuperar aquello que señaló el maestro ambateño y que nuestros políticos han malentendido “Hagamos revoluciones, pero hagámoslas dignas de la libertad” a través de una educación merecida, digna y de calidad.
En el caso de un reloj las cosas son sencillas y los resultados inmediatos, pues de algo estábamos seguros, sabíamos de cierto control sobre aquel aparato; podíamos, si hacía mucho ruido, alejarlo para que no nos molestara, darle cuerda para que siga funcionando y podíamos adelantarlo para de esa manera llegar siempre puntuales a donde debíamos ir.
De la misma manera, hoy por hoy, tenemos el impulso de abrir el aparato de televisor, la radio, de abrir un compartimiento secreto en nuestra sociedad para ver si encontramos cómo es que funcionan los engranajes invisibles de la participación ciudadana y los efectos que tienen sobre nuestra forma de entender el mundo y sentirnos parte de una nación.
Conocemos también del control que podemos ejercer sobre este sistema, sabemos que podemos inyectarle energía con nuestro trabajo diario y esforzado, sabemos que podemos adelantarnos a todo lo que se nos venga con preparación, y estamos conscientes, he aquí la diferencia con el ejemplo anterior, que no podemos ni debemos alejarnos y eludir nuestra responsabilidad de ciudadanos y ciudadanas ecuatorianos ante el ruido ensordecedor provocado por el bajo nivel de las recientes campañas electorales.
No obstante, hemos llegado a un punto histórico en el que, finalmente, hemos entendido la enorme importancia que tiene la educación y sus actores dentro de nuestra sociedad, recordemos que un pueblo educado posee una sinergia eficaz, participativa y hasta heroica, pues todas las personas son gestoras de la equidad, la ética y la aplicación de principios y valores; no en vano sabemos que la educación es el espacio de construcción más efectivo que existe dentro de cualquier cultura, por ello es imprescindible que cada una de las instituciones y personas inmersas en el campo educativo asumamos los retos que nos corresponden y los superemos con éxito.
Ante esto debemos recordar el papel fundamental que cumple la educación en este sentido, y valorar a quienes cada día, con su entrega y dedicación, nos apoyan y nos acercan a lo que queremos para nosotros mismos y, desde luego, para nuestro país, hablo de los maestros y maestras de mi patria, de cuya sencillez y trabajo abnegado podemos aprender.
Por este motivo, y a nombre de quienes hacemos la Asociación Ecuatoriana de Editores de Libros de Texto, al recordar los 177 años del nacimiento de Juan Montalvo, extiendo mi mano para saludar con afecto a las maestras y maestros ecuatorianos y ratificar nuestro compromiso de continuar trabajando juntos por la niñez y juventud de este país, y de recuperar aquello que señaló el maestro ambateño y que nuestros políticos han malentendido “Hagamos revoluciones, pero hagámoslas dignas de la libertad” a través de una educación merecida, digna y de calidad.
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